domingo, 7 de junio de 2020

Penélope destejida: blog revealed


Ya que la familia #AmorTICa es tan grande y maravillosa, voy a aprovechar esta plataforma para anunciar el blog de mi Trabajo Fin de Máster. Como ya os comenté en la entrada con el resumen del TFM, he creado un repositorio de materiales y guía para quienes lean el trabajo, con sugerencias de temas y complementos.


Empecemos por el principio. Penélope, epítome de la fidelidad en el mundo clásico, encarcelada en su palacio, condenada a pausar su vida durante 20 años para esperar a Ulises, asediada por pretendientes que querían casarse con ella. Esta situación es una "Casa tomada" al más puro estilo cortazariano. Penélope ha sido reevaluada desde ópticas femeninas y feministas: Xohana Torres, Begoña Camaaño y Aurora Luque, son solo algunos nombres de las muchas autoras que le han cedido su voz a la reina de Ítaca. El poema de Juana Castro habla de una mujer afgana que se adentra en un matrimonio del que solo espera escapar muriendo, ese es el tipo de energía que desprende la composición de El extranjero (2000).

Destejer a Penélope es quitar hebra a hebra el discurso patriarcal, releer sus hazañas y circunstancias por su valor individual y no supeditado al de Ulises. Ella, sentada ante la lanzadera utiliza su telar para contar con voz de mujer una historia diferente, donde ellas son las protagonistas.

Mi pequeña aportación es un proyecto coeducativo que parte de la poesía feminista de una mujer, de sus ideales pedagógicos que hacen uso de la lírica como medio de transmisión de valores éticos. No luce tanto cuando se ve solo el blog, una vez defendido el TFM, será todo un recurso educativo en abierto mucho más completo. De todos modos, aquí tenéis:




lunes, 1 de junio de 2020

Changes?






–Estoy demasiado viejo para esto –dijo él rascando el intento de barba canosa que tenía en el mentón.
–David, llevas diciendo eso desde que tienes 25, tranquilo, se te pasará al inicio del próximo curso –le respondieron desde el otro lado de la mesa con tono jocoso.

Las risas no se hicieron esperar y el murmullo que surgió en la sala creció hasta que se hizo imposible distinguir las voces del conjunto de opiniones sobre cuán cansada y gratificante es la labor docente. Los rostros familiares se acercaban unos a otros compartiendo los chismes que han descubierto durante sus clases de la mañana mientras la gran mayoría recogía sus cosas para salir a almorzar.

“Desde los 25” se repitió, dándole vueltas innecesarias al asunto, como hacía con todo. La verdad es que la educación, o lo que conseguía recordar de ella, cuando era joven era bien parecida a la que estaba viviendo. Siempre pensó que solo había habido dos cambios significativos en educación: el momento en el que (los profesores) dejaron de pegarte en la escuela –época que él no llegó a vivir y estaba tremendamente agradecido de que así fuera– y cuando la tecnología hizo su incursión –progresión que sí pudo apreciar desde los casete en el colegio hasta el Internet en la universidad. A parte de eso, los centros seguían teniendo abusones, favoritos del profe, persona popular y el resto de personalidades prototípicas.

Por muchas veces que se hartaran de repetir cuánto cambiarían la informática y la ciencia las formas de aprender, las aulas eran las mismas y la metodología había cambiado el mínimo imprescindible que cambia un organismo cuando sus células se renuevan. El problema radicaba en que se replicaba el mismo orden de moléculas año tras año, el ADN era el mismo, aunque sí se notaban las mutaciones producto de esa radiación llamada “innovación educativa”.

Sonrió al pensar en aquella vez que durante el máster de profesorado imaginaron cómo sería la vida en el 2030 que él vivía. Probablemente le llegaría una carta al correo de aquella época para recordarle qué pensaba entonces, escribió muchas en aquel primer “fin del mundo”.


Ilustración del futuro con números de 2020 y 2030 años | Foto Premium

domingo, 31 de mayo de 2020

Clandestinos


Salí de casa con el miedo en el cuerpo, pero con la certeza de que estaba haciendo lo correcto. Hacía algunos meses que llevábamos planeando cómo volver a ocupar las aulas sin levantar sospechas. ¿Cómo habíamos podido llegar hasta aquí?

La crisis del coronavirus, hace ahora 10 años, había sentado un precedente imborrable en la educación. Los dos años siguientes, el temor a posibles rebrotes fue intensificando la formación telemática frente a la presencial. Las universidades se vaciaban y la educación a distancia cada vez tomó más fuerza. Los institutos y los colegios siguieron la estela, combinando la formación presencial con la online. Bastó la formación de nuevos gobiernos para incluir un nuevo objetivo en la Agenda2030: la educación sería telemática.

El dinero manda y la medida permitía reducir los costes de la educación hasta lo nunca visto. El gobierno se ocuparía de que cada niño en edad escolar tuviera su propio ordenador y las clases serían impartidas por profesores a distancia, a través de videos ya grabados, como si de un mooc se tratara. La evaluación se realizaba de manera telemática. Un sofisticado sistema permitía calificar los progresos de los alumnos a través de cuestionarios predefinidos que ponían las notas de manera automática. Se reducirían los gastos en Educación a mínimos históricos, ya que ni hacían falta tantos profesores ni tampoco el mantenimiento de los centros educativos.

Muchos interinos nos fuimos al paro. Fueron meses muy duros y, por primera vez en mucho tiempo, aquella noche volví a sentir un pequeño hilo de esperanza del que tirar. Íbamos a entrar a uno de los centros abandonados y dar clase a la antigua usanza, trabajando en equipo, mirándonos a los ojos e intercambiando opiniones sobre los contenidos.

La actuación conllevaba un alto riesgo. No podíamos convocar sólo a los estudiantes que estuvieran a favor de nuestras ideas, pues habríamos roto uno de los principios de la educación. Así que lo hicimos extensivo a todos nuestros exalumnos y, eso sí, pedimos mucha discreción. Algunos, los menos, optaron por quedarse en casa, pero, para nuestra sorpresa, cuando llegamos al centro allí había al menos un centenar de estudiantes, cargados de papel y boli, dispuestos a aprender. Era el paraíso de cualquier docente.

La educación, tal y como la entendíamos hasta hace menos de una década, se había convertido en algo prohibido y fue, precisamente eso, lo que hizo que los estudiantes volvieran a tener interés en los contenidos. Sin saberlo nos habían hecho un favor. Yo volví a casa esa noche con el convencimiento de que estábamos construyendo un futuro cargado del más valioso de todos los poderes: el conocimiento.  



lunes, 25 de mayo de 2020

¿Utopía o distopía?


¡Hola de nuevo y por última vez AmorTICos!

Por aquí os dejo mi práctica 9. Una utopía o distopía, que podría ocurrir en alguna realidad no muy lejana. ¿2030? Quien sabe... Disfrutadla, porque yo me la he gozado.

      Las inyecciones ya no dolían tanto como antes. Una vez te acostumbras a esa rápida acumulación de conocimientos, la asimilación viene sola. De hecho, siempre recordaré aquel primer pinchazo que me hizo aprender el Quijote de golpe. Al principio sangré un poco por la nariz, pero cuando sentí todas esas historias corriendo por mi cerebro me tranquilicé e incluso lo disfruté. Era una clase de placer intelectual, diferente al de leer un libro, pero por aquel entonces la vida avanzaba a pasos agigantados y no teníamos tiempo para lecturas. ¡Qué equivocados estábamos! Hoy día sigo arrepintiéndome del gran error que cometimos al crear esos centros de bibliotecas genéticas.

      Pero, ¿porque me culpabilizo?, habíamos acabado con el analfabetismo, mejorado las capacidades estudiantiles y construido una sociedad libre de ignorantes. Todas, absolutamente todas las personas, tenían nociones literarias, químicas, matemáticas, filosóficas… ¿para qué necesitaban leer un libro cuando podían inyectárselo y aprenderlo al instante? Era algo completamente revolucionario, innovador y aceptado por gran parte de la gente. Sin embargo, con el paso del tiempo, me di cuenta de que había asesinado a la lectura.

    Todo empezó cuando el gobierno aceptó mi propuesta al ver los cambios en los centros y reformatorios. Empezamos con centros de menores, alumnado recluido, con problemas y sin padres que velaban por ellos. Fueron los sujetos perfectos y sus transformaciones se convirtieron en noticia. Evidentemente no todo el mundo se encontraba a favor del cambio, pero hablábamos de la posibilidad de terminar con el abandono estudiantil y construir una motivación para ir a clase. Si en el aula se trabajaban conceptos conocidos, el alumnado podría interactuar y formarse aún más. La oralidad y los debates se convertirían en la base de los colegios e institutos. Así fue como se nos concedió la aprobación para implementar este nuevo formato educativo.

        Tras ello, vinieron las quejas de mucha gente. Personas que no entendían porque la juventud era la que se beneficiaba de tal suma de conocimientos. Al fin y al cabo, el ser humano es codicioso. Yo era joven y no quería que mi propuesta para mejorar el sistema educativo corriera peligro, así que también me dejé llevar por el egoísmo. Les dimos lo que querían, les entregamos el conocimiento. Una forma más fácil, adicta y placentera de consumir libros. Un error.

        Los nuevos centros de bibliotecas genéticas empezaron a funcionar en poco tiempo y la venta de libros bajó considerablemente. En unos cuantos meses habíamos cerrado un gran número de librerías. Bolsas y bolsas de libros se encontraban en los contenedores de basura, en las reventas, en mercadillos, ya nadie quería leer libros. Tan solo un cinco por ciento de la población, pequeños eruditos que no asumían la solución que le habíamos dado a la incultura, intelectuales que pensaban que en esa solución estaba el problema. Yo seguía sin verlo…

       Hasta que una noche, mi hija me llamó a su habitación. Quería que le leyera un cuento para poder dormir. Como es evidente, fui a por las jeringas infantiles; Caperucita roja sería una buena opción, era su favorita y siempre se quedaba dormida. Sin embargo, la entendí mal, estaba harta de esas dichosas agujas, buscaba un cuento, de los de verdad. Necesitaba oír mi voz recitándolo, pasando cada página con ternura y señalando las ilustraciones que aparecían mientras las comentábamos. Entonces fue cuando empecé a darme cuento de lo que había hecho. No teníamos ningún libro en casa, poco me quedaba en la memoria de aquella fragancia a hojarasca tan característica cuando acercabas la nariz en su interior. Vagos recuerdos conservaba de las innumerables o pocas páginas que muchas veces me mantenían despierto hasta las tantas de la noche y de cómo sus portadas te llevaban irremediablemente a comprarlo, aunque no tuvieras ni idea del contenido, guiado tan solo por un título, un autor y una ilustración. Fue el principio del fin para la lectura y los libros.


viernes, 22 de mayo de 2020

Mi TFM



Hello amorTICos, 


 Después de solicitar la defensa del TFM (siempre a última hora), por fín os cuento de qué trata.

En mi caso, he elegido la opción de propuesta de innovación didáctica, en concreto he desarrollad un Taller de lectura. La idea surgió durante el periodo de prácticas, pues tuve la suerte de impartir clases en la asignatura optativa de refuerzo en Lengua Castellana y Literatura. 

A esta asignatura asisten alumnos y alumnas que necesitan un poco más de apoyo en Castellano, principalmente por problemas de comprensión y expresión. Pues bien, lo que hacían durante las clases era realizar más ejercicios, sobre todo gramaticales, y ya. Se notaba que en general, el alumnado no estaba muy motivado con las clases, y a fin de cuentas, los resultado no eran satisfactorios. Visto esto, y visto el poco tiempo que le dedicaban a la literatura, decidimos realizar una encuesta sobre hábitos lectores. Como era de esperar, la mayor parte del grupo solo leía las lecturas marcadas por el centro y tampoco lo hacía con mucho interés. Entonces nos dimos cuenta de que normalmente, el tratamiento que se hace de las lecturas en clase es obligarles a leer el libro en casa y realizar una prueba escrita. De este modo, es normal que el alumnado no presente ningún interés en la lectura, pues nadie ha dedicado tiempo a trabajar estrategias de animación lectora, ni ha propuesto actividades realmente significativa al respecto. 

Por todo ello, decidimos que una buena propuesta para esta materia sería elaborar un talle de lectura a través del cuál, además de trabajar contenidos teóricos, se fomentaría la lectura y se ofrecería una visión más motivadora de la misma. Creemos que la lectura es la mejor forma de reforzar la lengua. 


RESUMEN:

El presente Trabajo de Fin de Máster es el diseño de una propuesta de innovación didáctica sobre lectura juvenil en el segundo curso de Educación Secundaria Obligatoria. Se trata de un proyecto dirigido al grupo de “Taller de refuerzo en Lengua Castellana y Literatura” (del centro de prácticas), con el objetivo de fomentar la lectura y consolidar los hábitos lectores. En este sentido, se ahonda en la importancia de los talleres de lectura, así como de utilizar estrategias de animación a la lectura y favorecer el uso de obras de literatura juvenil, próximas a los intereses del alumnado.

A partir de la novela Rebeldes (Susan E. Hinton), elegida por los propios alumnos/as, se plantean una serie de actividades encaminadas al desarrollo de la tarea final: elaboración de un booktrailer por equipos de trabajo cooperativo. Con esta propuesta pretendemos que los/las jóvenes conozcan otra forma de acercarse a la lectura, alejada de la idea de obligación.  En definitiva, aspiramos a que descubran en la lectura una fuente de placer y conocimiento con la que puedan desarrollar su creatividad y pensamiento crítico. 

PALABRAS CLAVE: Taller de lectura, animación lectora, literatura juvenil, fomento de la lectura, hábitos lectores, comprensión lectora.


📖📗Frases divertidas sobre la lectura📙📖 | • Libros • Amino




Esto es todo, amorTICos, espero que os guste.

¡Hasta pronto!









martes, 19 de mayo de 2020

Mi propuesta para el TFM: Lectura crítica contra la desinformacion


Queridos amorTICos, 



Como periodista y futura docente me inquieta, y cada vez más, el desinterés de la ciudadanía, siempre en términos generales, hacia la información de calidad y el buen periodismo, así como el auge de la desinformación y el fenómeno de la posverdad. Así que, desde el inicio del curso, tuve claro que mi Trabajo Fin de Máster (TFM) estaría ligado, de una forma u otra, a la formación de un alumnado crítico, aunque todavía no tenía ni idea de cómo acometer tal empresa.  

Pues bien, cuando hice las prácticas, tuve la oportunidad de explicar los textos periodísticos y aproveché para hacer un pequeño experimento: en un ejercicio de reconocimiento de géneros periodísticos, introduje varias noticias falsas. Nadie cuestionó nada. Todos dieron por válidos titulares como “Islandia pagará por casarse con mujeres islandesas” o noticias que afirmaban que más de la mitad de las denuncias por violencia de género son falsas. Revelador, ¿no?

Visto lo visto, allá por febrero, decidí que mi TFM trataría sobre cómo abordar la problemática de las noticias falsas en el aula de Lengua Castellana y Literatura. Después de muchas horas de trabajo, un sinfín de lecturas y reformulaciones varias, he aquí mi resumen:  

La sociedad de la información ha dado paso a la era de la posverdad, donde las noticias fraudulentas se propagan a la velocidad de la luz a través de Internet. Se estima que en 2022 la mitad de los contenidos serán falsos. El elevado impacto que las fake news tiene en el conjunto de la sociedad ha puesto en evidencia la falta de sentido crítico en el acceso y consumo de la información. Ante tal escenario, expertos en comunicación y pedagogos han comenzado a desarrollar materiales y recursos didácticos para aleccionar sobre las fake news durante la educación secundaria. Las intervenciones diseñadas se centran en la identificación de los bulos, la comprobación de las fuentes y en los procesos de verificación de hechos o datos, dejando un lado el auténtico quid de la cuestión: la formación de un pensamiento crítico.
Esta propuesta, dirigida a estudiantes de 4º de la ESO, pretende abordar la problemática desde una nueva perspectiva. Para ello, se aúnan estrategias propias de la formación del pensamiento crítico, como actividades de role playing, análisis y comparación de noticias o defensa de creencias contrarias a las propias, con el uso y exploración de las redes sociales. Así, se pretende promover la literacidad crítica de los estudiantes en un contexto real, mediante la toma de conciencia de sus sesgos de confirmación y la exposición selectiva de noticias en Internet. El objetivo es que las futuras generaciones estén inmunizadas contra las noticias falsas.

Resulta harto difícil reflejar en 242 palabras todo el cariño, esfuerzo y tiempo dedicado, pero estoy segura de que sabréis apreciarlo.

¡Hasta pronto!  



sábado, 16 de mayo de 2020

Los (des)aprendizajes de #INVTICUA20



La casualidad y la causalidad se han dado la mano para que las clases de #INVTICUA20 sean más valiosas que nunca en este incierto 2020. Primero, una pandemia mundial nos encierra en casa durante más de dos meses y, después, el confinamiento obliga a repensar muchas cosas, entre otras, el sistema educativo. No podría haber un escenario más favorable para explorar y poner en valor las virtudes de las TIC en la enseñanza.
 
Y, justamente, experimentar con las herramientas proporcionadas por la ensalada de siglas tecnológicas TIC, TAC, TOC era el reto de #INVTICUA20. Un objetivo que, dadas las circunstancias, se torna imprescindible para cualquier docente. Aunque, he de advertir, alcanzarlo no es ningún camino de rosas. Internet es un mundo lleno de posibilidades, pero mal gestionado puede ser un completo desastre.

Durante los dos últimos meses he tratado de poner un poco de orden en la gran cantidad de REA que, sin saberlo, consultaba a diario, y he añadido unos cuantos más. Mi lista de marcadores de Google ha crecido exponencialmente y, ahora, incluso están clasificados por carpetas. ¡Gracias conectivismo!



Obligada, aunque con sumo gusto, he redescubierto los mundos de Twitter, hemos tejido lazos virtuales en tiempos de aislamiento social, hemos construido comunidad a golpe de retuit y, lo más importante para mí, le he perdido el respeto a introducir las redes sociales en el aula. Si los alumnos van a usarlas, por lo menos que las usen bien, Rovira dixit.

Violación y La Bella Durmiente para mí son ya dos conceptos unidos para siempre, trabajar en equipo a través de la pantalla no es ninguna quimera, y hasta puede ser diverTICdo (AmorTICos ). También sé que hay vida más allá de Google drive para compartir documentos en línea. ¡Viva Prezi!

En las últimas semanas, además, he hecho contra reloj un mooc, que me ha servido para concienciarme de la necesidad de mejorar mis hábitos de estudio y, sobre todo, de acabar con esa manía de dejar las cosas para el último momento.

En definitiva, he desaprendido mucho. No hay aprendizaje que valga si no le precede un momento de duda sobre lo que ya creíamos saber al respecto. A ese proceso de reflexión se le denomina desaprendizaje, se produce justo después de adquirir cualquier conocimiento y da lugar al reaprendizaje.

Que seguiré aprendiendo y desaprendiendo durante toda mi vida, ya lo sabía. Ahora sumo canales telemáticos y herramientas digitales para ayudar a otros a que sepan hacerlo y, además, lo disfruten.