sábado, 16 de mayo de 2020

Los (des)aprendizajes de #INVTICUA20



La casualidad y la causalidad se han dado la mano para que las clases de #INVTICUA20 sean más valiosas que nunca en este incierto 2020. Primero, una pandemia mundial nos encierra en casa durante más de dos meses y, después, el confinamiento obliga a repensar muchas cosas, entre otras, el sistema educativo. No podría haber un escenario más favorable para explorar y poner en valor las virtudes de las TIC en la enseñanza.
 
Y, justamente, experimentar con las herramientas proporcionadas por la ensalada de siglas tecnológicas TIC, TAC, TOC era el reto de #INVTICUA20. Un objetivo que, dadas las circunstancias, se torna imprescindible para cualquier docente. Aunque, he de advertir, alcanzarlo no es ningún camino de rosas. Internet es un mundo lleno de posibilidades, pero mal gestionado puede ser un completo desastre.

Durante los dos últimos meses he tratado de poner un poco de orden en la gran cantidad de REA que, sin saberlo, consultaba a diario, y he añadido unos cuantos más. Mi lista de marcadores de Google ha crecido exponencialmente y, ahora, incluso están clasificados por carpetas. ¡Gracias conectivismo!



Obligada, aunque con sumo gusto, he redescubierto los mundos de Twitter, hemos tejido lazos virtuales en tiempos de aislamiento social, hemos construido comunidad a golpe de retuit y, lo más importante para mí, le he perdido el respeto a introducir las redes sociales en el aula. Si los alumnos van a usarlas, por lo menos que las usen bien, Rovira dixit.

Violación y La Bella Durmiente para mí son ya dos conceptos unidos para siempre, trabajar en equipo a través de la pantalla no es ninguna quimera, y hasta puede ser diverTICdo (AmorTICos ). También sé que hay vida más allá de Google drive para compartir documentos en línea. ¡Viva Prezi!

En las últimas semanas, además, he hecho contra reloj un mooc, que me ha servido para concienciarme de la necesidad de mejorar mis hábitos de estudio y, sobre todo, de acabar con esa manía de dejar las cosas para el último momento.

En definitiva, he desaprendido mucho. No hay aprendizaje que valga si no le precede un momento de duda sobre lo que ya creíamos saber al respecto. A ese proceso de reflexión se le denomina desaprendizaje, se produce justo después de adquirir cualquier conocimiento y da lugar al reaprendizaje.

Que seguiré aprendiendo y desaprendiendo durante toda mi vida, ya lo sabía. Ahora sumo canales telemáticos y herramientas digitales para ayudar a otros a que sepan hacerlo y, además, lo disfruten.  

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