La casualidad y la
causalidad se han dado la mano para que las clases de #INVTICUA20 sean más valiosas
que nunca en este incierto 2020. Primero, una pandemia mundial nos encierra en
casa durante más de dos meses y, después, el confinamiento obliga a repensar muchas
cosas, entre otras, el sistema educativo. No podría haber un escenario más
favorable para explorar y poner en valor las virtudes de las TIC en la
enseñanza.
Y, justamente, experimentar
con las herramientas proporcionadas por la ensalada de siglas tecnológicas TIC,
TAC, TOC era el reto de #INVTICUA20. Un objetivo que, dadas las circunstancias,
se torna imprescindible para cualquier docente. Aunque, he de advertir, alcanzarlo
no es ningún camino de rosas. Internet es un mundo lleno de posibilidades, pero
mal gestionado puede ser un completo desastre.
Durante los dos últimos
meses he tratado de poner un poco de orden en la gran cantidad de REA que, sin
saberlo, consultaba a diario, y he añadido unos cuantos más. Mi lista de
marcadores de Google ha crecido exponencialmente y, ahora, incluso están clasificados
por carpetas. ¡Gracias conectivismo!
Obligada, aunque con sumo
gusto, he redescubierto los mundos de Twitter, hemos tejido lazos virtuales en
tiempos de aislamiento social, hemos construido comunidad a golpe de retuit y,
lo más importante para mí, le he perdido el respeto a introducir las redes
sociales en el aula. Si los alumnos van a usarlas, por lo menos que las usen
bien, Rovira dixit.
Violación y La Bella
Durmiente para mí son ya dos conceptos unidos para siempre, trabajar en
equipo a través de la pantalla no es ninguna quimera, y hasta puede ser diverTICdo
(AmorTICos ). También sé que hay vida más allá de Google drive para compartir
documentos en línea. ¡Viva Prezi!
En las últimas semanas, además,
he hecho contra reloj un mooc, que me ha servido para concienciarme de la necesidad
de mejorar mis hábitos de estudio y, sobre todo, de acabar con esa manía de
dejar las cosas para el último momento.
En definitiva, he
desaprendido mucho. No hay aprendizaje que valga si no le precede un momento de
duda sobre lo que ya creíamos saber al respecto. A ese proceso de reflexión se le
denomina desaprendizaje, se produce justo después de adquirir cualquier
conocimiento y da lugar al reaprendizaje.
Que seguiré aprendiendo y
desaprendiendo durante toda mi vida, ya lo sabía. Ahora sumo canales telemáticos
y herramientas digitales para ayudar a otros a que sepan hacerlo y, además, lo
disfruten.
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